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 Despídete.

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Despídete. _
MensajeTema: Despídete.   Despídete. Icon_minitimeMiér Ene 18, 2012 2:44 am

-Tenemos que irnos. Corre- susurró el líder, después de darse media vuelta y partir en línea recta hacia el verde norte.
La loba a quien el macho alfa había advertido era una preciosa loba blanca de ojos azules, un tono tan blanco que casi parecía plateado. Sus finas patas eran gráciles y delgadas, diseñadas para correr con los incansables andares de un lobo, ése modo tan suyo de trotar por noches sin cansarse, moviendo sus patas en armonía con un ritmo perfecto, diseñado por la naturaleza.
Pero ignoró la advertencia. Pese a que sabía perfectamente el peligro que corrían, Vilja se quedó quieta en su lugar, mirando siempre el frío y duro horizonte. Una nube negra, anunciando la tormenta, hizo su aparición en el azul firmamento, tornándolo gris. Pero tampoco le importó. Su mirada estaba fijamente clavada en aquel verde prado, donde la vida abundaba como el agua en el mar, donde los animales todos convivían en armonía, respetando siempre las leyes que la madre tierra había implantado entre sus hijos: el débil fallecía a manos del más fuerte, quien necesitando poca comida para sobrevivir dejaba crecer la población de los animales que carecían de fuerzas, dando un equlibrio perfecto al hábitat. Miró atentamente con sus ojos de plata el multicolor prado lleno de flores, donde tiempo atrás las abejas y los colibríes revoloteaban incensantemente de un lado hacia otro. Se fijó de igual manera el arroyo que dividía las praderas en dos partes, un hilillo de agua fina que se podría cruzar fácilmente y que abastecía a las tierras cercanas, además de dar de beber a los sedientos animales que se acercaban en busca del preciado líquido vital para sobrevivir.
Contempló también la verde hilera de árboles que cercaba el prado, tan verdes y llenos de follaje, de hojas vívidas donde los pájaros encontraban un lugar adecuado para hacerse sus nidos. Aquel hervidero de vida, tan precioso y bello, era el mismo lugar al que ahora debía decirle adiós, tendría que despedirse y dejar sus recuerdos, que eran tantos en su mente, a manos del abandono y el olvido, quienes con su sombra cubren para siempre momentos de la vida, los que la mente decide desechar.
No pudo evitar que por su mejilla corriera una lágrima. Pese a que los animales ahora estaban en su refugios, presintiendo la cercana lluvia, la pradera seguía siendo tan hermosa como antes. Y aunque conocía perfectamente el motivo que le obligaba a decirle adiós a las verdes tierras que la habían visto nacer a ella y a sus hermanos, que del mismo modo se despedían, no le importaba. No, no le importaba. Su amor era tan grande, el cariño que le tenía al lugar era tal que preferiría morir en manos del enemigo: una manada gigantesca de lobos quienes, presa del hambre, prontamente acabarían con la perfecta armonía del lugar. El líder de la manada de la loba blanca había decidido, muy sensatamente, abandonar el sitio antes de que se vieran sus provisiones y alimentos agotados, pero ella se negaba a decirle adiós a la pradera.
Y otro motivo le retenía: un lobo negro, que la miraba a escondidas al mismo tiempo que ella veía la pradera por vez última, que de hacía poco tiempo la había cortejado y se había ganado un lugar en su corazón. Los ojos de ambos mostraban la misma tristeza, el mismo dolor y el mismo sentimiento que los uniría para siempre, fuere cual fuere el lugar donde habitaran.
Y era el amor aquel sentimiento que tan hondamente unía a aquellos seres: al macho a la hembra, y a la loba al campo verde. Los primeros dos habían sido los mejores amigos de la vida de la bestia blanca que, con sus azulado mirar, abrazaba con la mirada tanto al prado como a sus habitantes.
Finalmente, se decidió a sacudir la cabeza y obligar a sus patas a dar media vuelta. Primero las delanteras, que se movieron con pesadez, como si la tierra hubiera echado sus raíces rápidamente, sin querer dejarla ir; con las mismas ansias de que se quedara como eran las suyas de no irse. Después, las traseras, quienes sufrieron del mismo impedimento casi físico que no les dejaba moverse. Giró rápidamente la cabeza y, emprendiendo marcha con la tristeza poniendo cargas terribles y pesadas en su corazón, echó a correr siguiendo a su manada.
El lobo negro entonces lanzó un horrible aullido de tristeza, el cual a poco tiempo cantó a coro con la loba una melodía de melancolía, desesperación y despedida.
Una canción, que habría de marcar la vida de ambos para siempre.
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bueh, escuchando eta canción: https://www.youtube.com/watch?v=4wLvDXVP0O4 me dieron ganas de escribir algo y aaaaaala...lo que salió xD realmente, sé que no tiene sentido, está horriblemente estructurado blablabla, pero tenía ganas de escribir algo así, soooooooo...xD
quizá lo corrija después. quién sabe.
saludos :3
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