Recuerdo del primer mensaje :

Actualmente es: AMANECE


Bienvenidos a la zona de role play!
En este thread irá todo el role DE FANTASÍA.
He aquí el formulario de la ficha, que tendrás que llenar y enviarme por MP antes de poder participar en el role:

Nombre de usuario:
Nombre del personaje:
Características:
*Historia:

*=opcional. Si escribes algo, no te explayes mucho o los demás no tomarán el hilo y se brincarán esa parte. No hay humanos en la historia, así que favor de no incluirlos

La historia se irá haciendo, y se irá actualizando aquí abajo para que los que se vayan integrando vayan agarrando el hilo.
El role se irá creando, pero comenzará siendo todos unos desconocidos con todos. Los mensajes del role van aquí.

Oculté una risita, que se escucharía muy rara permaneciendo en aquella forma mientras retomaba mi forma de equina dulce y siempre sonriente, dedicándole una mirada alegre a Antoriel.
-Soy Nadya- le recordé, entretejiendo entre mis claras palabras una dulce canción, sin poder evitarlo. El volver a ver a Maya, Aionhai, al Alto Angelo y a toda su legión me llenaba de una alegría indescriptible por dentro, por lo que una sonrisa estuvo siempre presente en mi hocico.

Sonreí ampliamente y le dí palmaditas en el cuello a Nadya.
-Tu ausencia pareció una eternidad- Me quejé en son de broma.
Dirigí mi mirada a Antoriel y le expliqué.
-Esa yegua blanca...- Murmuré. -Es la esposa de Aionhai- Dije mientras una leve sonrisita se marcaba en mi rostro.

-Puedo leerlo- me quejé, dedicándole una mirada de reproche. -¿O tanto me he ausentado como para que te olvides de mis dotes?- canturreé con unos ojos alegres, contemplando a la yegua de un blanco purísimo que yacía en el suelo. A través de la mente de Aionhai pude enterarme de todo lo que había acontecido durante mi ausencia, lo que me sacó una mueca en mi rostro.
-Así que...ésa es Millie. Marian Millie- susurré en un tono de voz tan bajo que sólo era audible para la vampiresa que estaba a mi lado, de pie y con un gesto triunfal en sus acciones.

no toy vampiresa ahora lindura <3 soy un nuevo ser, lee arribita
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-No aún no me he olvidado de tu habilidad para meterte en la mente de los demás y hurgar en sus recuerdos- Dije bromeando, se me salió una leve risita.
-Bien, era broma- Admití.

-Hm, me agarró hambre- Dije mientras mis tripas comenzaban a pedir algo de comida.

Antoriel pareció confuso. --¿La esposa de Aionhai ´´El Castigador´´? Pero...esto...No me lo imaginaba. Él era humano pero ¿cómo tiene una querida que no lo sea? En fin, se lo tendré que preguntar al jefe a ver si él sabe algo. No quiero molestaros más, la legión ya se está marchando.

-El Alto Angelo se recolocó la armadura, recogió el escudo y fue a enfundar su arma --Pero antes quiero daros un regalo por vuestra ayuda...--Clavó su espada en el suelo, una magnífica espada dorada con motivos de plumas y un largo filo brillante. --Quedáosla. Es una Hoja de Justicia. Se puede convertir en luz para no tener que cargar con ella. ¿Veis ese botón? Pulsándolo la hoja se incendia con fuego.

Le agradecí con una leve sonrisita pintada en mi rostro.
-Realmente no era necesario- Dije.

Me transformé en vampira y agarré la espada, y me acerqué a Aionhai. Le sonreí y dejé la espada a su lado, dándome media vuelta y volviendo con Nadya.
-Esa espada te pertenece- Susurré.

Aionhai miró la reluciente espada. No sabía bien con qué usarla, porque no tenía manos para empuñarla de modo que sonrió como agradecimiento. Antoriel y el resto se fueron.

Marian seguía inconsciente, caída a los pies del cazademonios. Lágrimas manaban de sus ojos. El campo de batalla, lleno de demonios muertos, era bastante desagradable.

--Podéis iros si queréis...Yo me quedaré a cuidarla...

-No te dejaré aquí sólo con ella. No, no señor- sacudí mi cabezota de un lado a otro, mirando aquel horrible paraje y pensando como limpiarlo, pero nada útil venía a mi mente.
-Estaré por aquí. Llámame si me necesitas- extendí mis alas en mi forma equina y una milésima de segundo después mi cuerpo estaba convertido en el de una águila reluciente, tan brillante como los plateados rayos de la mismísima luna y tan resplandeciente como el halo del astro rey, y emprendiendo el vuelo hacia el azul firmamento batí con fuerza mis alas, surcando las corrientes de aire y echando un ojo de vez en cuando al prado, perfectamente visible con mi vista bien desarrollada.

Observé aquel horrible lugar. Pensé en sugerir que podríamos llevarles a ambos a un lugar más agradable, pero negué con mi cabeza y me limité a alzar vuelo como Kazeno siguiendo a Nadya.

-Me gustaría poder ayudarles un poco, aunque sea un poco- Susurré en el oído de Nadya.

Observé el lago iluminado y resplandeciente por el brillo de la reina de la noche, una preciosa luz plateada. Me acerqué y me sumergí lentamente en el agua, seguido de una mueca por el ardor de mis heridas.
-Tal vez tomarme un descanso...- Susurré mientras mojaba suavemente mis crines, pero negué con mi cabeza. "Como si fuera posible... Siempre hay algo que nos asecha..." pensé desanimada.

Aionhai se quedó tumbado en el campo de batalla, con ambas alas arropando el cuerpo de su amada y la espada angelical clavada a su lado. Alrededor de él se iba generando una ola de luz y fuego que quemaba los cuerpos de los demonios sin dañar la hierba que había bajo ellos y que se expandía lentamente.

Millie no despertaba. Entonces, de repente, algo sucedió. Un enorme halo de oscuridad se abrió paso enmedio del campo de batalla y, poco a poco, se fue levantando una puerta siniestra hecha de piedra negra y decorada con calaveras y huesos. La enorme puerta se abrió. El cazademonios se colocó en posición para combatir ante el cuerpo de su amada...

De la puerta salió una criatura vestida de negro, con una larga capa y un elegante abrigo del mismo color. Su rostro era blanco y extraordinariamente atractivo. De su cinturón pendía un largo estoque adornado con grabados de calaveras. Sonreía.

--Qué tierna imagen. Francamente. Jamás pensé que el gran Aionhai ´´El Castigador´´ tuviese sentimientos a juzgar por cómo nos masacras a nosotros, los Hijos de las Tinieblas...

Sentí una terrible precencia que provenía de donde estaban Nadya, Aionhai y Millie. Reboleé mis ojos y suspiré, dando media vuelta y yendo hacia ese lugar.
Al llegar, ví una extraña criatura, muy pálida, que vestía de negro. Me enfadé un instante, sin embargo, abandoné todas mis emociones y pensamientos, si hacíamos un movimiento en falso aquel sujeto nos mataría en una fracción de segundo.
Apoyé mis pies en el suelo y le miré seriamente, y bastante frívola.
-los Hijos de las Tinieblas... Eh...- Murmuré.
-¿Quién eres?- Pregunté.

Ese sujeto, era obvio que no era un ser humano, sin embargo, realmente poseía un sorprendente poder negativo, maligno. Me quedé inmóvil, observándolo. Si movía un sólo dedo, estaría arriesgando la vida de Aionhai, Millie y la mía.

Cuando sentí a aquel ser tan cerca, deseé con todas mis fuerzas tener a mi lado a Altair, quien con su escudo sería capaz de protegernos de cualquier ataque mental que viniera por parte del ser maligno que entablaba conversación con Aionhai.
Me limité a poner mi mente totalmente en blanco, para después sólo reflejar en ella las escenas que lograba contemplar desde mi vuelo en todo lo alto: las bellas colinas y laderas que reflejaban la suave luz del sol, las altísimas montañas cubiertas de un hielo perpetuo y un frío extremoso, las llanuras cuyos pastos se mecían suavemente como si estuvieran ejecutando una compleja danza al compás del viento.
No añadí nada en mi pensar que viniera de mi parte, ni un solo comentario respecto a aquello. A juzgar por su aspecto temible e intimidador, podría poseer poderes lejos de lo común, fuera de lo visto antes.

Aquella criatura sonrió y se cubrió con su capa, de la que cayeron varios cráneos humanos y de diversas criaturas atados a cadenas.

--Permitidme la presentación. Mi nombre es Necrus ´´Señor de la Muerte´´, comandante de las fuerzas infernales. Yo soy el responsable de este ataque demoníaco. Ya he visto vuestro poder y sé que sois bien duros. Tranquilos, no pretendo matar a nadie. Solo quiero deciros que Marian Millie fue corrompida por mí, que yo, con este aspecto deslumbrante, la engañé. Aionhai, amigo, eso que custodias solo es un cuerpo...Su alma la poseo yo..

Diciendo esto sacó un frasco de su capa, un terrible frasco de cristal del que salía un chillido estridente. El grito de una mujer que sufre un tormento insoportable.

--Nada lograrás si ese cuerpo no tiene alma. Y su alma la tengo yo, ah, y está sufriendo torturas infernales.

Nada más dijo eso, Aionhai se lanzó como una flecha de fuego y luz contra él. Pero le atravesó limpiamente. Era una imagen.

--Amigo, yo que tu vendría a buscarla al Reino de los Demonios pronto. No querrás que tu amada sufra por cada segundo que dudas ¿verdad? Ah, hermosas chicas, Maya y Nadya, también os espero. La puerta es real. Podéis usarla y, ah, si veo que traéis ángeles con vosotros, torturaré a Millie muchísimo más y,,,bueno...quizá la ate para siempre al Infierno Adiós.

Y la imagen desapareció.

-Tch...- Me quejé. -No hay otra escapatoria... Hay que ir allí adentro- Dije mientras me transformaba en mi forma equina y comenzaba a avanzar hacia aquella extraña puerta. Al tenerla en frente, la miré con detenimiento.
-Linda puerta- Dije sonriendo frívolamente mientras miraba a Nadya y a Aionhai para que entrásemos.

-Hay que salvarla. Hay que salvar a Millie- Dije mirando la puerta.

Sacudí mi cabeza y me armé de valor, entrando lentamente, con mi mente lo mayor posible tranquila y relajada.

--¡Una puerta al corazón del mal! ¡Este idiota no solo me ha puesto en las manos la entrada al reino de las tinieblas, sino que además me ha dado la oportunidad de recuperar a mi amada! ¡Vamos a por ellos ¡Esto será un pinchazo directo al corazón del Infierno!

Con todo el cuerpo brillando, me acerqué a la puerta y grité.

--Si alguien quiere venir, que lo haga. Si no, no le guardaré rencor en absoluto.

Luego me introduje con decisión.

-Calma si vas demasiado conmocionado el mal controlará tus propios sentimientos y emociones a su favor, trata de calmarte y relajarte- Pedí con una voz tranquila y algo comprensiva, mientras me ponía al lado de él y me introduje dentro de aquella puerta... La puerta al mismísimo inframundo el lugar que está mucho más abajo de la tierra en la que nosotros vivimos... Sobre nosotros está el cielo, habitado por los ángeles, luego la tierra, la cual habitamos y más abajo el inframundo, lugar donde va todo ser desterrado del cielo y tierra, principalmente demonios, pero puede que también se encuentren cadáveres de ángeles o incluso ángeles convertidos en demonios.

-Hay que ir con cuidado... Esto me da mala espina... Como si...- Corté la última frase.
Sonreí, una amplia sonrisa desafiante se dibujó en mi cara.
-Como si algo interesante estuviera a punto de comenzar... ¿Tal vez un juego?- Pregunté.

-Deja de pensar en sandeces, querida Maya- le espeté mientras retomaba mi forma equina. Avancé hacia la puerta con cautela, los ojos atentos y el paso seguro pero sigiloso, siguiendo las instrucciones de Aionhai.
Esperaba serle de alguna ayuda con mi capacidad de leer mentes y de cambiar formas, cosas que a mi parecer serían realmente útiles en una misión tan peliaguda como la de quitarle a un poderoso demonio una alma en pena, y específicamente una alma de una mujer de la que uno de mis mejores amigos estaba enamorado. Resoplé por la ironía de aquello y entré sin más, marchando al lado de Maya.

-Ah, lo siento, pero me encantan este tipo de juegos- Admití bromeando mientras cambiaba a mi forma equina.
-Tal vez muera aquí adentro, aunque siempre y cuando salve un alma en pena- Dije con una sonrisita triste dibujada en mi rostro.

--Si logramos salvar a todas las almas inocentes que podamos...cualquier derramamiento de mi sangre merecerá la pena. Pero no quiero que vosotras os veáis involucradas hasta tal punto.

Sentía que debía ir, pero no quería que nada malo les sucediera a mis amigas. Aparecí en una llanura infernal, plagada de lagos de lava, rocas puntiguadas y un cielo cenizo y rojo. El calor era muy elevado y el resplandor de la lava cegador. Esperé junto al portal a que salieran ellas.

A medida que traspasaba aquel portal, noté como la temperatura comenzaba a subir rápidamente y al pasarlo finalmente, estaba en una llanura infernal, con cenizas en el cielo y lava por doquier. Me transforme en un caballo de fuego, Kasai.
-Elevadas temperaturas, eh- Dije sonriendo levemente.
-Un baño no me vendría mal- Dije bromeando mientras me acercaba a uno de los extensos lagos que había allí y me metía suavemente. Parecía como si mi cuerpo se fundiese con la misma lava de aquel lago, pero no le dí importancia.

-Vamos Aionhai... A mi no me importa realmente morir, puedes contar con toda mi ayuda- Dije guiñándole un ojo.

--Quizá a tí no te importe tu propia vida pero a mí sí me importa tu vida. Lamentaré cada gota de tu sangre como un litro de la mia.

Dije, mientras arremolianba fuego alrededor de mis alas concentrándolo en una capa fina que cubrió todo mi cuerpo de manera casi invisible. Eso mitigaría el calor.

--Hermosa forma, por cierto, un caballo de fuego.

Le sonreí amablemente.
-Gracias, acabo de obtener esta forma hace poco tiempo- Dije mientras salía de aquel lago de lava y me paraba cerca de Aionhai, pero lo suficientemente lejos como para que no sintiera el calor que emitía mi cuerpo.

-¿Qué te parece si investigamos?- Pregunté.

--Un tanto arriesgado dividirnos. Mantengamos las distancias hasta que venga ella. Pero...podíamos dar una vuelta por aquí cerca, vamos, corcel de fuego.

Dije, sonriendo. El paisaje cercano era desolador, solo rocas y llamas, lava y muerte, no crecía nada, todo estaba árido y, de vez en cuando, se oían chillidos lejanos. De repente, de una de las corrientes de lava saltó una criaturilla patética, un diablillo con alas, cuerno y cola de un tamaño diminuto, que revoloteaba como una avispa y se reía de manera macabra.

--¡Ji, ji, ji! ¡Estáis en el Infierno! ¡Y en él os quedaréis! Decidme solo ¿qué hacéis?

Caminé detrás de de Aionhai y al ver aquella criaturilla patética que salió de la lava, solté una carcajada y me transformé en lava y me mezclé con la lava de aquel lugar, poniéndome debajo del diablillo.
-Estamos aquí para rescatar las almas en pena- Dije con una voz tranquila, pero algo sombría.

Me transformé veloz como el rayo en el ave fénix, aquel pájaro casi inmortal que resurgía de las cenizas siempre y cuando él solo las hubiere ocasionado. "No me dejen atrás"- pensé mientras cambiaba de forma. Aprovechando mi nueva forma, me camuflajeé entre las numerosas llamaradas que desprendía la entrada del portal, alcanzando prontamente a mis amigos. Cuando Maya habló nada dije, me limité a guardar silencio y contemplar fijamente la escena con mis ojos profundos, manteniéndome a buena distancia del suelo.